Ramón García, Director de Innovación y Proyectos del Centro Español de Logística, colabora con redindustria explicando el concepto y metodología de implantación de un Sistema de Trazabilidad.
Esta es la Primera entrega de un total de Tres.
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Las crisis alimentarias de los últimos años y la consecuente alarma social, han provocado que tanto las administraciones Europea y nacionales, como las empresas implicadas se esfuercen en ofrecer garantías de seguridad a los consumidores sobre los productos alimentarios y los materiales y objetos destinados a entrar en contacto con ellos. En este contexto se han redactado el artículo 18 del Reglamento (CE) nº178/2002 y el artículo 17 del Reglamento (CE) nº1934/2004 – de obligado cumplimiento desde el 1 de enero de 2005 y el 27 de octubre de 2006 respectivamente, que establecen los requisitos en términos de trazabilidad para todas las empresas implicadas en la producción y distribución de alimentos y de los materiales que entran en contacto con ellos.
Situación Preexistente.
Desde la entrada en vigor de los mencionados Reglamentos todos los alimentos, piensos y animales destinados al consumo humano y los materiales y objetos destinados a entrar en contacto con ellos deben estar localizados en el espacio y en el tiempo permitiendo, de forma fehaciente y, en cualquier momento, la reconstrucción tanto hacia delante (rastreo) como hacia atrás (traza) del proceso íntegro de compra, producción, almacenaje, transporte y distribución. Asimismo, la normativa europea obliga a las organizaciones a disponer de los sistemas y procedimientos necesarios para poder retirar a tiempo un producto que no cumpla con las condiciones sanitarias o de comercialización y a poner a disposición de la Administración de manera inmediata la información requerida sobre un producto.
En este nuevo escenario, por tanto, los agentes implicados en la cadena de suministro deben orientar sus procesos internos y tecnologías implantadas a la trazabilidad, y alinear procesos entre proveedores y clientes dentro de una filosofía de colaboración. No hay que olvidar, que en este contexto, cada componente de la cadena es tan importante como el anterior, la trazabilidad se pierde en el punto más débil de la cadena y existen muchas áreas de riesgo que se encuentran fuera del control de la empresa.
Implicaciones
La trazabilidad es un desafío, pero también puede convertirse en una oportunidad para las empresas que, no olvidemos, responden a unos criterios estratégicos. En este sentido, las organizaciones pueden obtener un valor añadido de la implantación de un sistema trazabilidad, ya que deberán replantearse su modelo actual de procesos, de sistemas de información y la imagen de su responsabilidad social corporativa.
La trazabilidad permite tener perfectamente determinado el historial de un producto por si en algún momento fuera necesario retirarlo del mercado (u otros del mismo lote) y paliar el impacto de una crisis que tenga su origen en este producto. Por eso, otro aspecto importante que se han de cuestionar las empresas es el riesgo que están dispuestas a asumir teniendo en cuenta su compromiso con el consumidor y los costes asociados. Una buena gestión del riesgo puede ser utilizada como refuerzo a un elemento fundamental como es la marca.
En base a todo lo expuesto, para una correcta implantación de un sistema de gestión de trazabilidad las empresas tendrán que definir el tamaño del lote óptimo. Una vez definido, el siguiente paso que se ha de seguir es el de comprobar que sus sistemas de información están capacitados para registrar la información de trazabilidad, si los productos y materias primas están correctamente identificados (correcta codificación), cómo gestionar la información de trazabilidad (qué guardar y quién) y si están capacitados para trasmitirla.
Por todo esto, internamente, se hace necesario definir claramente las funciones y responsabilidades en materia de trazabilidad que han de asumir cada uno de los departamentos implicados, siendo imprescindible que la información necesaria se transmita de manera fluida entre los mismos.
Esta situación, además, ofrece la oportunidad de revisar los procesos involucrados en la cadena de suministro de la empresa y de poder identificar por tanto oportunidades de mejora de la eficiencia –tanto interna como externa– de los procesos.
Desde el punto de vista externo, para conseguir un sistema seguro de trazabilidad hay que dotar de fiabilidad, rapidez, conectividad y visibilidad a toda la cadena de suministro. Ésta situación hace que las empresas que la integran deban ser capaces de utilizar masivamente de manera cotidiana y con un alto grado de automatismo y fiabilidad tecnologías de la información, como los sistemas de identificación automática (códigos de barras, 2D, RFID), EDI, etc.
Cabe destacar que este nuevo reto llega en un momento en el que la mayoría de las empresas de gran consumo (productores y distribuidores) se están planteando la entrada en la filosofía ECR, alentados por proyectos surgidos desde las grandes cadenas de distribución estilo S.A.R.C. (El Corte Inglés) y flujo tenso (Carrefour). El nuevo reto de la trazabilidad es un argumento más para adherirse a este cambio de filosofía.
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Desde la entrada en vigor de los mencionados Reglamentos todos los alimentos, piensos y animales destinados al consumo humano y los materiales y objetos destinados a entrar en contacto con ellos deben estar localizados en el espacio y en el tiempo permitiendo, de forma fehaciente y, en cualquier momento, la reconstrucción tanto hacia delante (rastreo) como hacia atrás (traza) del proceso íntegro de compra, producción, almacenaje, transporte y distribución. Asimismo, la normativa europea obliga a las organizaciones a disponer de los sistemas y procedimientos necesarios para poder retirar a tiempo un producto que no cumpla con las condiciones sanitarias o de comercialización y a poner a disposición de la Administración de manera inmediata la información requerida sobre un producto.
En este nuevo escenario, por tanto, los agentes implicados en la cadena de suministro deben orientar sus procesos internos y tecnologías implantadas a la trazabilidad, y alinear procesos entre proveedores y clientes dentro de una filosofía de colaboración. No hay que olvidar, que en este contexto, cada componente de la cadena es tan importante como el anterior, la trazabilidad se pierde en el punto más débil de la cadena y existen muchas áreas de riesgo que se encuentran fuera del control de la empresa.
Implicaciones
La trazabilidad es un desafío, pero también puede convertirse en una oportunidad para las empresas que, no olvidemos, responden a unos criterios estratégicos. En este sentido, las organizaciones pueden obtener un valor añadido de la implantación de un sistema trazabilidad, ya que deberán replantearse su modelo actual de procesos, de sistemas de información y la imagen de su responsabilidad social corporativa.
La trazabilidad permite tener perfectamente determinado el historial de un producto por si en algún momento fuera necesario retirarlo del mercado (u otros del mismo lote) y paliar el impacto de una crisis que tenga su origen en este producto. Por eso, otro aspecto importante que se han de cuestionar las empresas es el riesgo que están dispuestas a asumir teniendo en cuenta su compromiso con el consumidor y los costes asociados. Una buena gestión del riesgo puede ser utilizada como refuerzo a un elemento fundamental como es la marca.
En base a todo lo expuesto, para una correcta implantación de un sistema de gestión de trazabilidad las empresas tendrán que definir el tamaño del lote óptimo. Una vez definido, el siguiente paso que se ha de seguir es el de comprobar que sus sistemas de información están capacitados para registrar la información de trazabilidad, si los productos y materias primas están correctamente identificados (correcta codificación), cómo gestionar la información de trazabilidad (qué guardar y quién) y si están capacitados para trasmitirla.
Por todo esto, internamente, se hace necesario definir claramente las funciones y responsabilidades en materia de trazabilidad que han de asumir cada uno de los departamentos implicados, siendo imprescindible que la información necesaria se transmita de manera fluida entre los mismos.
Esta situación, además, ofrece la oportunidad de revisar los procesos involucrados en la cadena de suministro de la empresa y de poder identificar por tanto oportunidades de mejora de la eficiencia –tanto interna como externa– de los procesos.
Desde el punto de vista externo, para conseguir un sistema seguro de trazabilidad hay que dotar de fiabilidad, rapidez, conectividad y visibilidad a toda la cadena de suministro. Ésta situación hace que las empresas que la integran deban ser capaces de utilizar masivamente de manera cotidiana y con un alto grado de automatismo y fiabilidad tecnologías de la información, como los sistemas de identificación automática (códigos de barras, 2D, RFID), EDI, etc.
Cabe destacar que este nuevo reto llega en un momento en el que la mayoría de las empresas de gran consumo (productores y distribuidores) se están planteando la entrada en la filosofía ECR, alentados por proyectos surgidos desde las grandes cadenas de distribución estilo S.A.R.C. (El Corte Inglés) y flujo tenso (Carrefour). El nuevo reto de la trazabilidad es un argumento más para adherirse a este cambio de filosofía.
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Para más información puede contactar con:
Ramón García
Tlf.:690 856 273
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